Aventuras de gravel – Con la Backroad por Islandia
A mediados de agosto, huyendo muy al norte, dejamos atrás la canícula de Europa central. Islandia nos acoge como lo esperábamos: llovizna ligera, temperatura baja, viento. Pero el Alto Norte no tarda en presentar un día soleado.
Texto: Lena Koller / Foto: Mathäus Gartner
Un breve paseo en la capital Reykjavik antes de irnos al sur
Por cierto, estamos de viaje con la Backroad. Tomamos la buena decisión al elegir esta bicicleta de gravel para nuestro viaje en bicicleta. Una bicicleta ágil y cómoda a la vez con que podremos recorrer muchos kilómetros sin que los diferentes suelos de Islandia nos importarían. Además hay la posibilidad de fijar varias alforjas en la bicicleta con que es perfecta para el viaje de ciclismo que hemos planeado.
Reikiavik nos parece más bien un pueblo así que desde el primer momento nos gusta mucho a nosotros que venimos casi del campo. Desayunamos en un pequeño café, donde la selección de panecillos de canela dulces y pegajosos nos deja boquiabiertos. Nada más quitar la ciudad en bicicleta de gravel, vamos por calles que parecen interminables, teniendo el mar a un lado y un paisaje de montaña y estepa al otro. Los poblados son cada vez más escasos, pero los rebaños de ovejas y caballos cada vez más numerosos.
Después de la lluvia un pequeño refresco y a montar por fin
Primero predominan los nubes y la llovizna, a veces más fuerte y otras más débil. Pero eso no nos va a parar. Afortunadamente, habíamos hecho la maleta para todos los tiempos. En agosto el tiempo puede cambiar a menudo en esta región. La brisa marina fresca evoca poco ambiente vacacional, sin embargo tiene un efecto calmante y aventurero al mismo tiempo. Llevamos atuendos bien cálidos y funcionales para estar protegidos contra el frío y el viento.
El primer espectáculo natural de nuestro viaje
Una lengua glaciar gigante llega casi hasta el mar... y, ¿son rayos de sol? A la luz suave del atardecer, los colores y el paisaje parecen aún más impresionantes. La arena de ébano y el hielo azul del glaciar en medio de colinas verdes y formaciones rocosas escarpadas. ¿El mar, un glaciar, la arena? Ya casi nos es difícil comprender estos contrastes increíbles del paisaje. Decidimos recorrer otros cuantos kilómetros más a la luz decreciente, pero el viento realmente está tomando fuerza en la costa ahora. Literalmente no avanzamos ni un metro y yo estoy empujado de un borde a otro de la carretera de dos carriles. Estamos fritos cuando a duras penas llegamos a casa durante la tormenta.
Demasiado bueno para ser verdad
Meterse en un lago pequeño con agua caliente en plena naturaleza, y eso a una temperatura exterior máxima de 10 grados. Desgraciadamente, la idea es demasiado buena para ser verdad y esta "piscina natural" sólo tibia. Después de habernos bañado, todavía tengo escalofríos y me alegro de tomar una sopa caliente y meterme en el saco de dormir. Nos acostumbramos al golpeteo de la lluvia en la tela de la tienda y pronto nos quedamos profundamente dormidos.
Después de pocos días en la costa, dejamos la carretera de circunvalación atrás con dirección al interior del país
Por los caminos sin asfaltar con revestimientos muy diferentes y cruces de arroyos, el paseo es una gran aventura. Y francamente, ¡muy divertido! Tras unas horas atravesando paisajes esteparios y desérticos, llegamos a nuestro destino. Un pueblo pequeño de tiendas de campaña parece ser un oasis en medio de la pampa para alojar a senderistas y campistas. Nosotros también montamos la tienda de campaña allí y preparamos café.
Después de 80 kilómetros por la pampa, por fin la civilización
Al día siguiente ponemos montones de gominolas y chocolate en nuestras alforjas de bicicleta. Es que queremos volver a la costa en bicicleta. Pasamos por carreteras asfaltadas aparentemente eternas, cuyo final parece fundirse con el horizonte. Estas extensiones fascinan por ser tan inusuales, ya que en nuestra región suele haber una u otra montaña al horizonte. Estaba agotado definitivamente cuando llegamos al camping de la costa por la noche.
Se supone que ésto se experimenta sólo una vez en la vida
El pueblo pequeño de pescadores todavía está despierto y la recepcionista del camping abrumada. Hay mucha gente que quiere estar justamente aquí y justamente ahora. ¿Por qué? Por el Fagradalsfjall. Un volcán que ganó fama mundial de la noche a la mañana por escupir lava. Nos dirigimos al pie del cráter para vivir de cerca este espectáculo natural. Al principio sólo se entiende un ruido y voces de gente excitada. Y entonces aparece ante nuestros ojos, a unos 400 metros de distancia. Un cráter volcánico negro que no deja de escupir lava incandescente de color amarillo y rojo. Las bolas de fuego saltan a unos metros de altura. La lava ardiente de miles de grados de temperatura está cubriendo la superficie del suelo como las venas el cuerpo que podría borrar toda vida en algunos segundos. La gente está sentada a pocos metros de distancia, los móviles y las cámaras en las manos para conservar estos momentos. Se nota un ambiente eufórico y casi dramático al mismo tiempo.
Hemos cogido el fuego de Islandia y seguramente vamos a volver
En nuestro viaje de bikepacking disfrutamos de varias impresiones que guardaremos en mente durante mucho tiempo. Por los contrastes y la imprevisibilidad, un viaje a Islandia es único. Allí resuena constantemente la sensación de que probablemente sólo experimentarás este momento una vez en la vida.